viernes, 14 de diciembre de 2007

El Boleto


El chofer me pasa el boleto con el usual desdén poco amigable de los del rubro amarillo. Encuentro por suerte un asiento desocupado y miro las caras agotadas y lejanas de un día de trabajo arduo, incluyendo la mía en el reflejo del vidrio, mientras empiezo a doblar mi boleto para hacer una grullita para pasar el rato.
Mientras doblo me pasa algo, me doy cuenta de lo concentrado que estoy y que podría caer un meteorito y yo no me daría cuenta, y es que no hay nada más envolvente que el doblar, pasas a otra dimensión, en la que estás solo tú y el papel, transformando algo totalmente desechable en una pieza de arte, en una expresión tuya, en algo de valor. Lo interesante es que una vez que terminas, te quedan unas ganas inaguantables de regalar lo que hiciste. El doblar es un acto de creación, de generosidad, de amor. Es la materialización de nuestro pensamiento en algo hermoso que queremos entregar, y te diviertes haciéndolo.
Termina mi viaje y al bajar, le regalo mi grullita al chofer. Me queda mirando con cara de extrañado y sorprendido. Yo esperando que lo dejara de adorno, o que me dijera un gracias.. me lo devuelve y me dice: "joven, no me devuelva el boleto, no ve el letrero ahí?"

Daniel Schwartz

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